Un nuevo reto para Adriana Lucia Quijano, gerente de El Nuevo Día

Claudia Lucía Bonilla es abogada, especialista en Derecho Administrativo con énfasis en Contratación Estatal de la Universidad de Ibagué y magíster en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda.  

Es una mujer apasionada por su trabajo, analítica y disciplinada. Actualmente se desempeña como secretaria General de la Universidad de Ibagué. En definitiva, la Universidad ha sido su segundo hogar, desde siempre; incluso, antes de iniciar sus estudios profesionales, ya tenía gran cercanía con la Institución.

“La primera vez que vine estaba en décimo grado. La Universidad tenía un programa en ese momento que se llamaba Escuela de Liderazgo Juvenil, dirigido en ese entonces por Martha Lucía Coronado. La actividad se basaba en traer a estudiantes que se ganaran los cupos, y solo eran dos por colegios, y uno de esos me lo gané yo”, comentó.

Desde ese día, sabía que Unibagué iba a ser la institución en la que iniciaría su camino académico y, a diferencia de muchas personas, siendo muy pequeña, tenía claro qué quería estudiar, pues las leyes, la organización política y la planeación fueron su principal inclinación.

Una vez terminó materias, inició el desarrollo de su carrera profesional siendo monitora del Consultorio Jurídico de la Universidad de Ibagué. En ese tiempo Mercy Cristina Velasco, quien era la secretaria General de la oficina, decidió irse, de esta manera, es Claudia quien quedó ocupando ese cargo. Allí mismo realizó su judicatura, y después de un año, tomó otros rumbos como asesora empresarial.

Su desempeño laboral da cuenta de la responsabilidad y el empeño que le pone a todas sus funciones. Ha trabajado como asesora jurídica en Laserna y Compañía, Incoder y la Universidad de Tolima; en 2007, fue designada como secretaria General de Infibagué, también fue directora Administrativa en la Dirección de Industria y Comercio de la Gobernación del Tolima en 2009 y 2010 y secretaria General de la Fábrica de Licores del Tolima, donde estuvo por un año y medio.

Luego de ocupar estos cargos, decidió radicarse en Bogotá, donde se casó y dio a luz a su hija. En ese momento, comprendió que el mejor rol que ha podido ejercer es precisamente ese: ser madre, la experiencia más satisfactoria y enriquecedora que ha vivido.

Dos años después regresó con su esposo y su hija a Ibagué, y con nuevas expectativas en el ámbito profesional se vinculó como catedrática en la Universidad del Tolima y la Universidad de Ibagué; de igual forma, ingresó a la Alcaldía como asesora de la Secretaría de Planeación, y al mismo tiempo brindaba asesorías independientes.

Ahora, frente a su nuevo reto profesional, tiene muchos objetivos por cumplir. Uno de ellos es ajustar los planes normativos y administrativos a otros escenarios, teniendo en cuenta que la Universidad ha crecido y avanzado notoriamente.

Estuvimos hablando con ella, de los retos por asumir como profesional y lo que ha representado Unibagué en su vida.

¿Cómo proyecta su gestión en la Universidad?

Pienso que es una escala profesional importante, es un tema diferente que no había tenido la posibilidad de manejar, ya que está netamente ligado al ámbito académico. Los abogados solemos ser estudiosos, pero no conocemos al interior realmente cómo se manejan todos los procesos de la academia. De manera que creo que es una oportunidad de crecer como profesional y en conocimiento.

¿Qué anécdotas y experiencias recuerda de su paso académico por la Universidad de Ibagué?

No se me olvida nunca un episodio muy chistoso. Puedo decirle hasta qué ropa tenía puesta el día que vine a la entrevista para ingresar a estudiar Derecho. Ese día me entrevistó el doctor Álvaro Orlando Pérez Pinzón, y la pregunta con la que me inauguró fue: ¿Cuál es el compuesto químico del permanganato ácido de potasio? Yo casi me muero (risas), entonces le dije: “Doctor, yo quiero estudiar Derecho, no Química”; y no sé si fue buena o mala suerte, pero a mi lado estaba una chica, quien fue además compañera mía durante toda la carrera, su nombre es Luz Marina Andrade, y era química, así que ella le dijo al doctor: “Yo sí puedo responderle esa pregunta” después de eso yo quedé en ceros (risas).

La época de estudiante fue muy bonita. Entré en el semestre A de 1996, y en el semestre B me vinculé como monitora de la biblioteca de la Universidad, hasta noveno semestre; por lo tanto, eso me dio la oportunidad de conocer mucho la Institución y de tener relaciones con diferentes miembros de la comunidad universitaria y no solo con la Facultad de Derecho.

Para usted, ¿qué representa ser egresada de la Universidad?

Yo creo que hoy en el ámbito laboral, en el ámbito regional y en el ámbito nacional, los egresados de la Universidad de Ibagué nos hemos destacado por el cumplimiento, la responsabilidad y el conocimiento en las labores que ejecutamos.